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Foto: Ayuntamiento de Madrid |
CUALQUIER EXCUSA ES buena para
celebrar la vigencia de la poesía. Su necesidad en estos tiempos de realidades
virtuales, de saturación informativa, de permanente obsolescencia. De confusión,
mudanza y tribulación.
Celebramos en este 21 de marzo el
Día Internacional de la Poesía, tal y como viene ocurriendo desde que la Unesco
así lo decretara en 1999. Una efeméride que en esta ocasión coincide con la feliz
recuperación para todos los públicos de la poeta social y gran creadora Gloria
Fuertes (Madrid, 1917-1998), borrada durante años y que ahora revive gracias a
los fastos con motivo de su centenario.
La muestra organizada por el Ayuntamiento de Madrid en el Fernán Gómez - Centro Cultural de la Villa podrá verse hasta el 14 de mayo. Aquella niña grande y bonachona, feminista y pacifista, siempre
del lado de los más desfavorecidos, que fue Gloria Fuertes está más presente
que nunca y protagoniza por derecho propio este día en el que, por fortuna,
ella no estará sola.
Ahí está, sin ir más lejos, la
pujante presencia de la poesía en las redes sociales como catalizador y
banderín de enganche de las nuevas generaciones que disfrutan por esos nuevos
canales de autores como Elena Medel, Luna Miguel, Marwan, Luis Ramiro, Irene X,
Elvira Sastre, Paula Bozalongo, Loreto Sesma, Irene G. Punto, Isabel García
Mellado o Carlos Salem.
Los poemas en 140 caracteres, los
versos que navegan por Twitter, Facebook, Pinterest o incluso Instagram, también cumplen
una función nada despreciable. Esos comprimidos literarios sirven de la misma
forma que otros para alimentar el espíritu y regalarnos una vida más poética y
mejor.
Doy por hecho que los más
puristas torcerán el gesto, o darán un respingo en el asiento, pero si
convenimos que “la poesía es un arma cargada de futuro” (Gabriel Celaya dixit) el
futuro que se atisba camina de forma inexorable por estos derroteros. Por mucho
que incomode a los canonistas del género, más partidarios de la ortodoxia.
Por cualquier canal, la poesía
siempre nos sabrá a Gloria. A ella y a los jóvenes autores que ensanchan nuestra
alma y nos permiten trascender en este “áspero mundo”, por decirlo con las
palabras que dieron título a la primera obra de Ángel González.
Glorierías pacifistas. Gloria Fuertes |
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