Ni minero, ni ferrallista, ni pescador, ni agricultor. No conozco tarea más complicada que la de la progenitura. Ardua y exigente y, al mismo tiempo, placentera. Contradictoria, en definitiva. Los teóricos dicen que lo ideal es renunciar al colegueo con los hijos porque para amigos ya están los de su edad. Y debe ser cierto, tanto como aquello de que hay que mantener la distancia óptima o ejercer firmeza sin rigidez. Y dicen, incluso, que nos hemos vuelto más permisivos e indulgentes para amortiguar nuestro sentimiento de culpabilidad por no pasar más tiempo en familia.
Ser padre es, obviamente, algo más que saber empujar el carrito, resolver sus dudas o compartir la Play. Con el tiempo, que es cuando viene lo más difícil, uno aprende que, rara vez, los consejos son tenidos en cuenta. Se aprende más y mejor de los errores. Es ley de vida. Por mucho que nos empeñemos en la supuesta fortaleza de las palabras. Los padres están cambiando pero este principio, mal que nos pese, permanece inmutable. Por no hablar de la fuerza del ejemplo, que es el espejo en el que siempre se acaban mirando. Aunque a veces no nos guste aquello que refleja nuestra propia personalidad.
Claro, que puestos a pedir, y ya que mis hijos no podrán heredar ni hacienda ni fortuna, si tuviera algún patrimonio que legar no se me ocurre nada mejor que haber tratado de inculcarles dos incomparables tesoros: el de ser buenas personas y el del valor del esfuerzo. Eso para empezar. Aunque no esté de moda.
Y eso que, ahora que lo pienso, es muy posible que ser hijo sea aún más latoso, complejo y difícil que la apasionante e incomprendida tarea de la paternidad (obedece, baja la basura, dúchate, ordena la habitación, recoge la ropa, no llegues tarde, estudia, cómetelo todo, no digas palabrotas, apaga la tele, no estés tanto tiempo tumbado…)
Lástima que no haya ningún manual de instrucciones para consultar en caso de duda o conflicto. Sería un bestseller. Feliz Día del Padre. 🙂
Genial reflexión, felicidades a los padres.
Muchas gracias, Silvio. Estamos en ello, qué te voy a contar!
Cada día soy peor madre. Y mis hijas, mejores hijas. Tengo mucho que aprender de ellas pues entienden con claridad lo que es importante y lo que no lo es.
Pues aún no puedo saber si es el oficio más difícil, creo que en unos años lo haré. Pero siendo hermana mayor, uf, gran responsabilidad. Muy buen artículo, saludos!