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EL PASADO 5 de mayo falleció a los 95 años el prestigioso médico y antropólogo forense José Manuel Reverte Coma, toda una institución de la Medicina. Sus más allegados le recordaron con una misa responso en capilla del Tanatorio Municipal de Pozuelo de Alarcón y un funeral dos días más tarde, mientras que el Ayuntamiento de Benidorm, donde fue alcalde de 1971 a 1973, decretó un par de días de luto oficial.
 
El profesor Reverte Coma, discípulo del doctor Gregorio Marañón, dejó de ser ‘popular’ cuando se jubiló, aunque su magisterio permanecerá para siempre. Entre otras cosas por el Museo de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, que lleva su nombre. Allí se guardan numerosos restos vinculados a la Antropología Médica Forense, la Paleopatología y la Criminalística.
 
Inaugurado en 2009, el Museo “Profesor Reverte Coma”, que solo se puede visitar mediante previa petición de cita, atesora unas 1.500 piezas y una colección de unos 800 cráneos, además de momias hispanoamericanas y egipcias. “Su exposición permanente pretende explicar el significado, las fuentes, el método y los objetivos de la ciencia antropológica, tanto forense como cultural”. Se trata, sin duda, de uno de los mayores tesoros de la historia de la medicina legal en España, con auténticas joyas de la medicina y la antropología forense, que fue reuniendo en sus viajes por los cinco continentes.
 
Como periodista, tuve ocasión de entrevistarle en varias ocasiones al hilo de algunos llamativos sucesos. Y tanto me cautivó su sabiduría –publicó más de 70 libros y centenares de artículos- que cuando me puse a escribir ‘La flor del magnolio’ y tuve necesidad de crear el personaje de un antropólogo forense me resultó de gran utilidad pensar en su enorme trayectoria y legado para crear al Ramón Pimentel de mi novela.
 
Reverte Coma realizó más de 500 peritajes y ayudó a resolver policialmente algunos crímenes famosos como el del “Mesón Lobo Feroz”, un caso de doble homicidio con emparedamiento, que tan presente tuve en mi obra de ficción, donde igualmente aparece un cadáver en circunstancias parecidas.
Sus 7 hijos, 16 nietos y 19 bisnietos pueden estar más que orgullosos de su legado por más que en este país, tan ingrato con los mejores, nadie le haya tributado aún el merecido homenaje que le debe tras una larga y fructífera vida como servidor público y hombre de ciencia. Un personaje fascinante, de novela. Descanse en paz, doctor.
Foto: Universidad Complutense de Madrid (UCM)
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