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APENAS HAY RESEÑAS en internet de la gran novela de la fotógrafa, escenógrafa y guionista francesa Valérie Perrin (Remiremont, 1967), que nos ocupa hoy. Grande en el sentido de fascinante, pese a que no haya tenido una gran notoriedad en España. Y esta es una paradoja bien interesante: la del misterio de determinados libros, que pasan inadvertidos pese al valor que atesoran, y las dificultades que encuentran para traspasar fronteras en estos tiempos de globalización.

En Francia, en cambio, la primera novela de Perrin, Les oubliés du dimanche (2015), fue escogida por los libreros como la mejor novela del año. Con El secreto de las flores (Changer l’eau des fleurs, según el título original) logró el Premio Maison de la Presse 2018 y ha sido traducida a cinco idiomas –por Paz Pruneda Gozálvez al español−, además de lograr un enorme éxito en su país, con más de un millón de ejemplares vendidos.

Una novela emotiva

Cuestiones de márquetin editorial al margen, El secreto de las flores (Ediciones B) es una obra bien resuelta y escrita de forma muy bella de la primera a la última página. De ella se ha dicho que es “una novela esperanzadora y emotiva sobre la capacidad infinita de redención del amor”, y es verdad; que es “una novela tierna y conmovedora sobre el amor, la pérdida y la esperanza”, y también lo es; o que es “melancólica y exuberante”, y no es menos cierto.

Sinopsis

Cuenta la historia de Violette Toussaint, encargada del cementerio de Brancion-en-Chalon, un pequeño pueblo de la Borgoña francesa, y cuya manera de ser reconforta a quienes acompañan a sus seres queridos en su último viaje.

Antes de ocuparse del cementerio, ella y su marido eran guardabarreras en Nancy, pero la automatización del sistema acabó con su trabajo, que realizaba básicamente ella, porque su marido, Philippe Toussaint, bastante ocupado estaba en pasear en moto y seducir a cuantas mujeres se le pusieran a tiro.

La vida de la dulce y encantadora Violette gira alrededor de las visitas de los recién llegados, de la rutina de los entierros y de ocuparse de cambiar el agua de las flores para que siempre haya un ramo fresco y alegre junto a los muertos. Recorre las tumbas, limpia con regularidad las lápidas, y la gente entra en su casa en busca de compañía y consuelo. Habla de la muerte y de las heridas del paso de la vida y, sin embargo, el poso que deja es de ternura y esperanza.

Pura belleza

Y ahí lo dejamos, sin desvelar la trágica realidad que marcará su vida, o los giros de guion de los personajes, porque más allá de cualquier sinopsis, necesariamente escueta y sesgada, importa destacar que estamos ante una novela que destila belleza y poesía y que está escrita con una gran sensibilidad. Estructurada en capítulos cortos, se lee con gran facilidad, pese a los saltos en el tiempo y a las distintas voces narrativas que entran en acción.   

Un libro sorprendente y conmovedor, diferente y original. Necesario, diría yo.

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