
LA REFORMA DEL edificio Colón ha desatado un duro enfrentamiento entre la propietaria del edificio, Mutua Madrileña, y Carlos Lamela, hijo de Antonio Lamela (1926-2017), el arquitecto que firmó el proyecto hace medio siglo, con el ingeniero de Caminos Javier Manterola como coautor de la estructura.
La renovación no respeta el alma del edificio, «pervierte y desfigura» el inmueble original, se queja Carlos Lamela, defensor del icono arquitectónico de su padre; “la obra adapta las torres a la actualidad y recupera el espíritu innovador con el que nacieron”, defiende Luis Vidal, autor del proyecto de rehabilitación, que trabajó en el Estudio Lamela.
La disputa se ha desatado después de que Mutua Madrileña haya presentado un proyecto de reforma integral de ambos bloques que los hará crecer cuatro plantas en altura, sin aumentar la edificabilidad, pero eliminando el característico enchufe verde de su azotea. Esto ha dado pie a que se haya creado una Asociación para la Protección de las Torres Colón, impulsada por Lamela, que ya ha anunciado la presentación de un recurso contencioso-administrativo solicitando la suspensión cautelar de las obras.
Paradójicamente, la edificación no cuenta con protección alguna, aunque hay un expediente en marcha que sigue tramitándose. Hasta ahora, el despacho de Lamela había venido realizando todas las obras de reforma del edificio, tradición que quedó rota hace unos meses, cuando la Mutua eligió a Vidal para ejecutar la reforma. Previamente el propio Lamela había presentado un proyecto para convertir parte de las torres en un hotel de la lujosa cadena Mandarin, además de apartamentos.
Para que no le faltara de nada a este culebrón, la historia tiene también su derivada política, toda vez que el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y su delegado de Desarrollo Urbano, Mariano Fuentes, acudieran al acto de presentación de la reforma, suscitando las críticas de Lamela.
«Esto es como entregar la Copa del Rey en el descanso: ¿cómo van a hacer ahora los técnicos la protección cuando sus máximos responsables han avalado un proyecto que va en contra de lo que dice el Consejo Regional de Patrimonio?», se preguntó el arquitecto en alusión al requerimiento que dicho organismo de la Comunidad de Madrid hizo en 2017 al Ayuntamiento para que catalogara la estructura interna del edificio, un trámite que aún no ha concluido.
Las obras no afectan a la parte estructura que se va a proteger, defienden en el Ayuntamiento donde niegan además que haya intervención política en este asunto y donde no han sentado nada bien las acusaciones de una supuesta mala praxis a cuenta de una disputa que circunscriben al ámbito de una lucha de intereses privados.
La cuestión ahora es que vuelve la controversia que desde antes incluso de su nacimiento ha acompañado el rascacielos más innovador de España (1967-1974) por el atrevimiento técnico que supuso construirlo de arriba abajo. Primero la planta 23, y de hacia abajo hasta llegar a las -6. Para ello fue preciso levantar dos huecos paralelos, y desde ahí siguieron hasta el subsuelo sosteniendo el edificio desde arriba.
La normativa municipal obligaba a proyectar muchas plazas subterráneas de aparcamiento, en un solar pequeño, de tal forma que Lamela se las ingenió para prescindir de los cimientos sosteniendo el edificio desde su parte. Lo que viene siendo construir la casa por el tejado. Y esta “arquitectura suspendida” es la que está en el origen de esta batalla, además de, naturalmente, una batalla de egos con mucho dinero en juego.
Con independencia de cómo acabe esto, nunca está de más recordar el inmenso legado que Antonio Lamela dejó tras su fallecimiento a los 90 años. En todo el mundo y singularmente en la capital de España. Además de las Torres, fue autor de más de 800 obras de todo tipo. Incluidas la ordenación de la Plaza de Colón (1969), la construcción del hotel Meliá Princesa (1963) el edificio La Pirámide (1976), o de la remodelación, en 1993, del estadio de Santiago Bernabéu, uno de sus trabajos más conocidos.
Y todavía en Madrid, en colaboración con el arquitecto británico Richard Rogers, suyo es también el proyecto de la nueva terminal T-4 del Aeropuerto Internacional de Madrid-Barajas en 2006.
Tras medio siglo de discordia, las Torres de Colón vuelven ahora a su punto de partida con estas peleas entre arquitectos. Nada nuevo bajo el sol de Madrid.