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Foto: crtm.es |
PUES NO PARECE que esté dando
muy buen resultado el invento de la tarjeta de transporte Multi. Las quejas
entre los usuarios de Metro y EMT debido, entre otras cosas, a los fallos
técnicos no han parado de crecer y parece evidente que el sistema necesita
mejoras de forma urgente. De momento, el sistema se ha estrellado por sus defectos y desventajas.
La imposibilidad de recuperar
los trayectos adquiridos y no utilizados, o que en función de la ruta elegida
sea necesario adquirir dos o más tarjetas, o que esté excluido el servicio ferroviario de
Cercanías, o que no se permita acumular suplementos para el billete de Metro al
aeropuerto para usar cuando quieras, o los múltiples fallos de funcionamiento… Todas estas, y otras, limitaciones no
están haciendo muy popular que digamos este supuesto monedero virtual.
El cambio tecnológico no acaba
de cuajar y no es de extrañar que haya prendido como la pólvora la recogida de firmas en change.org para reclamar al Consorcio Regional de Transportes (CRTM) «unaTarjeta Multi única, integrada y retornable», que tampoco es mucho pedir.
Pero no acaban ahí los
problemas. La cosa ha llegado a tal extremo que menos de un mes después de que
se diera por finiquitado el uso de los billetes convencionales de papel con
banda magnética, Metro no ha tenido más remedio que recuperarlos en el
aeropuerto.
No les ha quedado otra para
evitar las interminables colas de sufridos viajeros, en ocasiones de más de
media hora, para conseguir entrar al suburbano.
Eso, o la venta de
justificantes a mano y en papel con un coste de cinco euros —el importe del
billete sencillo más el suplemento del aeropuerto—. A este paso, el Consorcio
necesitará muchos parches como este para suplir tanta improvisación.
La otra opción es la
distribución por parte de los supervisores de tarjetas “precargadas” para que los
usuarios de Barajas se vayan “familiarizando” con el nuevo soporte —si es que
esto es posible para los viajeros ocasionales que no quieren complicaciones
sino un sistema más fácil e intuitivo— y eviten las aglomeraciones. Las colas y
el caos que se estaba organizando no dice mucho de la buena imagen de Madrid.
La experiencia no está
resultado satisfactoria, por decirlo con suavidad, ya que son muchos los
usuarios que prefieren hablar directamente de “chapuza”. Ni que decir tiene
que en muchas ciudades españolas el
sistema funciona con unas prestaciones sencillamente envidiables.
O el Consorcio y la Consejería que
dirige Rosalía Gonzalo se ponen las pilas y arreglan este desaguisado, o el
rechazo irá en aumento y los usuarios acabarán perdiendo su confianza en el
transporte público. Los numerosos fallos detectados demuestran que el sistema
no estaba preparado para prestar el servicio puntero que necesita y merece Madrid. ¡Tanto tiempo esperando para esto!
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