No es de extrañar que estas palabras de Uriarte, tan cargadas de sentido común, chirriaran en el PP. No es la práctica habitual. Vaya por delante que, a mi entender, sirven para Bono y sirven también para cualquier otro político, sea del partido que sea. Las acusaciones periodísticas, que en algunos casos pueden esconder ocultos intereses, no pueden ser, sin más, el único rasero a la hora de enjuiciar a un servidor público. Y mucho más si, como en este caso, vienen de donde vienen.
Con el fin de frenar las difamaciones se ha visto obligado Bono a ir al fiscal con sus variaciones de patrimonio debajo del brazo para demostrar que la posesión de varios pisos y una hípica en Toledo, además de los negocios de su mujer, tampoco es motivo para crucificar a nadie por muy cristiano que sea. Parece evidente que alguien que ha sido presidente autonómico durante muchos años y ministro de Defensa antes que Presidente del Congreso de los Diputados, además de haber recibido un sustancioso adelanto por la publicación de sus memorias, no tiene por qué ser un muerto de hambre. Aunque de joven leyera El Capital y ahora pertenezca al PSOE.
Varios políticos del PP, como Alberto Ruiz-Gallardón, le han mostrado su apoyo. Otros, tan significativos en Castilla-La Mancha como José Manuel Molina, ex alcalde de Toledo y adversario directo en otros tiempos, lo ha defendido sin ambages: «José Bono es una persona honrada y lamento que se haga uso del refrán difama que algo queda«. «La verdad siempre triunfa sobre la calumnia», Bono dixit. Amén.