
Observo que Leire Pajín cae mal en determinados sectores, algunos de ellos simpatizantes de la derecha política y mediática. Desconozco el motivo y tampoco lo quiero saber. Prefiero no saberlo. No sé si es machismo encubierto o directamente mezquindad, el caso es que cuando no es por pitos es por flautas, a la pobre ministra de Sanidad le llueven los palos de todos los sitios. Lo que en esta ocasión me ha sublevado han sido los comentarios en Twitter, supuestamente graciosos, a raíz de la entrega de los Goya.
Y lo curioso es que esa inquina no es fruto de su actividad política, perfectamente censurable, necesariamente criticable, sino por cuestiones que tienen que ver con el aspecto o la imagen, como si España fuera el reino de Adonis. Lo diré de otra forma. A Pajín se la puede y se la debe criticar, como cargo público que es, ¡faltaría más!, pero traspasar el buen gusto con insultos machistas es de una bajeza enorme.
El hecho, claro, de que algunos dirigentes políticos hayan sobrepasado la delgada línea de la corrección, cuando no de la decencia, tampoco ayuda demasiado. Si ese menosprecio fuera hacia Esperanza Aguirre, por ejemplo, como posiblemente lo haya sido en algún momento, pensaría exactamente lo mismo. Es intolerable.
No se trata de ideología, ni de doble rasero. Se trata, lisa y llanamente de que no todo vale y de que cada vez que se insulta, menosprecia, ridiculiza o se hacen burlas de Leire Pajín, se están haciendo por su condición de mujer. Y eso, a mí particularmente, no me hace ni pizca de gracia.
Estoy netamente de acuerdo contigo en lo de los insultos machistas, pero el desprecio y la criatura, unidos a su absoluta ignorancia, la hacen un política especialmente odiosa, y especialmente desde una postura de izquierda. El problema de fondo es que la política española es el feudo del insulto y la ignorancia de unos partidos que solo pretenden perpetuarse en el poder, sea este el que sea.
Un abrazo y sigue así.
Manolo Poy
¿Qué podemos esperar de un país en el que quiere y puede presentarse a la alcaldía de su pueblo el triste protagonista del caso Nevenka? Ser mujer, joven y estar en las izquierdas es un cocktail que espanta a los bersulconillos patrios.