
NADIE SABE CÓMO acabará esto. Ni lo que nos queda por pasar ni, por supuesto, cuánto durará. Por no aludir al gran arcano de cómo afectará a nuestras vidas, porque es evidente que no volveremos a ser los mismos. Ojalá que sea para bien y que las buenas intenciones de ahora perduren. Dicen que no hay tragedia sin catarsis. En todo caso, lo que digamos en esta fase todavía inicial de la pandemia puede ser necesaria y dolorosamente corregido por el devenir de los acontecimientos.
Se acerca inevitablemente el momento más crítico del feroz combate contra el virus y, a la espera de que la Comunidad de Madrid pueda afrontar el reto de ampliar las plazas de las Unidades de Cuidados Intensivos, los hospitales se encuentran al límite. Desbordados, practicando ya una medicina de catástrofe y al borde del colapso, que llegará de forma inminente, vaticinan los médicos intensivistas, preparados para tomar decisiones muy difíciles.
Y la peor de todas: cómo actuar si, llegado el caso, no hubiera suficientes camas para atender a los enfermos críticos. Cuando se produzca ese momento −no adelantemos acontecimientos−, tendrán que priorizar a unos enfermos sobre otros, como corresponde a una situación tan dramática y excepcional.
Un escenario similar, desde ese punto de vista, al de una guerra, en este caso, contra un enemigo invisible, pero igualmente letal. La Sociedad Española de Medicina Intensiva Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc) ha elaborado una guía ética para ayudar a tomar esas decisiones a los facultativos. Estamos en sus manos, como en las del resto del sistema sanitario público, que son las mejores en las que podemos estar.
El Covid-19 nos sitúa ante un reto sin parangón en España: superar primero la devastación sanitaria, y a continuación afrontar los descomunales destrozos económicos y sociales, además de los emocionales.
Los hospitales están desbordados. El momento más crítico ha llegado. Confiemos en los servidores públicos, de todos los ámbitos, que están luchando sin tregua sin descanso. Gracias por vuestro trabajo y sacrificio. Resistir es vencer. ¡Aguanta, Madrid!