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Foto: Felipe Serrano

NUNCA IMAGINÉ QUE yo también acabaría cayendo en la dulce tentación cibernética. Es verdad que no he tenido el suficiente arrojo para estar en Facebook, pero no es menos cierto que, con algo de temor, con bastante pudor, y con una cierta dosis de osadía por mi parte, pongo en marcha este humilde blog. Ingenuidad tampoco me falta, pero qué le vamos a hacer, ¡no se puede tener de todo en la vida!


Soy periodista, es decir, soy cotilla por naturaleza, y me encanta fisgar por las bitácoras ajenas. La cuestión es que, de tanto husmear, me he aficionado a esta peculiar, y todavía incipiente, forma de expresión. Confieso, muy a mi pesar, que nunca hasta ahora había dejado huella en un blog y que mis discretos paseos tampoco han dejado mención digna de recuerdo.

A lo que íbamos, que me tiro a la red sin paracaídas, consciente como soy, de que el éxito de un blog no radica precisamente en el brillo de quien lo firma, que no es el caso. No, lo que importa de verdad es el grado de implicación de los “cotillas” que, como yo, pasan por la red sin dejar huella. Suerte, valor y al blog. Vamos allá.

¡Bienvenidos! Esta puerta siempre estará abierta.
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