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Foto de Trevor J. Dadson publicada por AISO, La Asociación Internacional «Siglo de Oro», con motivo del obituario escrito por Sagrario López Poza, Presidenta de Honor.

EL PASADO 28 de enero fallecía a los 72 años el historiador e hispanista inglés Trevor J. Dadson. Fue académico correspondiente de la RAE y doctorado por la Universidad de Cambridge. Era, según glosaron las escasas crónicas periodísticas que dieron cuenta de su muerte, un enamorado de la poesía del Siglo de Oro, a la que dedicó sus esfuerzos como profesor, crítico literario y editor.

Formaba parte, además, de la British Academy desde 2008 y era profesor en las Universidades de Belfast, UNED y Castilla-La Mancha. En 2015 le fue concedida la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica por el rey Felipe VI.

Pero el motivo que nos mueve hoy a recordar su figura es el amplio y muy documentado estudio que publicó sobre la expulsión de los moriscos en Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real). Para un villarrubiero que tiene devoción por la historia y las costumbres de su pueblo, como es el caso del autor de este blog, la figura de Dadson merece los honores de estar situada en el pedestal, al menos, de la gratitud.

El propio Dadson, según ha rememorado estos días el Consistorio villarrubiero, tuvo ocasión de presentar su monumental obra en junio de 2007 durante un acto en un salón de plenos “lleno a rebosar de público deseoso de conocer la historia de Villarrubia de los Ojos y llevarse un ejemplar firmado por el autor. Nadie como él ha conseguido divulgar la historia del municipio por el mundo.

Un año más tarde, coincidiendo con una estancia en la Universidad de Castilla-La Mancha, impartió una conferencia sobre la Inquisición y los moriscos en Villarrubia de los Ojos y “el público volvió a responder abarrotando la sala”, según ha recordado el alcalde, Miguel Ángel Famoso. Es más, la Biblioteca Municipal Pública Municipal Francisco Gómez-Porro nunca ha perdido el contacto con el autor y les mantenía informados de sus investigaciones y publicaciones sobre Villarrubia de los Ojos.

En 2014 participó en las II Jornadas Cervantinas con una conferencia sobre el pasaje de los cabreros que aparece en el Quijote y que, según la tradición, bien pudiera situarse en las sierras que rodean Villarrubia de los Ojos. En estas mismas jornadas se presentó en Villarrubia el libro Tolerance and coexistence in early modern Spain: Old Christians and Moriscos in the Campo de Calatrava. La obra, escrita en inglés, está dedicada a Villarrubia y a los descendientes de los moriscos que continúan viviendo allí. Posteriormente fue traducida al castellano por la editorial Cátedra”.

En 2015, el Ayuntamiento patrocinó la segunda edición del libro sobre los moriscos de Villarrubia que se encontraba agotado, recuerda además el Consistorio. Gracias a Dadson y sus investigaciones, Villarrubia de los Ojos también aparece en el documental “Expulsados 1609: La tragedia de los moriscos”. También publicó en la revista local “Desde el árbol gordo” un artículo sobre los judeoconversos que habitaron en el municipio.

Remarcado el contexto de su vinculación local, vayamos a lo concreto. El autor de “Los moriscos de Villarrubia de los Ojos (siglos XV-XVIII): Historia de una minoría asimilada, expulsada y reintegrada” puso de relieve un caso concreto donde se demostraba la asimilación e integración social de aquella minoría racial, que allí no lo fue tanto, suponiendo además un ejemplo desobediencia civil colectiva en Castilla.

En la crítica literaria del libro que nos ocupa hoy a cargo de John Elliott (El País, Babelia, 22-12-2007), el también historiador e hispanista británico explica cómo Dadson “no sólo desafía la doctrina convencional –sobre la comunidad morisca–, sino que la pone patas arriba”. Y esa doctrina lo que venía a decir es que “entre 1609 y 1614 el Gobierno de Felipe III marcó un precedente notorio de lo que se conocería en el siglo XX como limpieza étnica al expulsar de España a una minoría racial que no había sabido asimilar”.

Desconocemos si el modelo de convivencia ensayado entonces fue algo genuino o exclusivo de Villarrubia. Lo que sí sabemos es que la foto que nos deja Trevor Dadson de aquella época bien podría tener una lectura en nuestros días. Digámoslo, mejor, con las palabras del propio Elliott. Viene a enseñarnos una evidencia: “demuestra cómo, aun en una época y una sociedad celebradas por su intolerancia, una comunidad al menos mostró que era posible para gente de distintas razas vivir juntos en armonía”. Amén.

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