
EN NINGÚN SITIO está escrito que Esperanza Aguirre pueda ganar por decreto las próximas elecciones autonómicas. Es verdad que la coyuntura económica y el mal momento de Zapatero pueden allanarle el camino para conservar su despacho en la Puerta del Sol, pero no es menos cierto que el candidato socialista está crecido y en racha y su proyección es ahora bien distinta a la que tenía antes de las primarias.
Si Tomás Gómez no se emborracha de poder orgánico, si no comete el error de pasar a cuchillo a los «traidores» que apoyaron a Trinidad Jiménez y hace, de verdad, una lista de integración, tendrá mucho ganado para conseguir su objetivo. Porque, no lo olvidemos, de bien poco le servirá su victoria del domingo si en mayo obtiene un resultado peor del que hace cuatro años cosechó Rafael Simancas. La integración no es por sí misma garantía de éxito electoral, pero es una condición inexcusable para apaciguar los ánimos y demostrar con hechos concretos, y con no con una mera declaración de intenciones, que no sobra nadie.
Y no sobra nadie, fundamentalmente, porque el PP tiene un disciplinado ejército de 90.000 militantes frente a los 18.000 del PSM. Ya sé que los de Aguirre lo tienen más fácil desde el gobierno y que tradicionalmente una de las peores consecuencias de la larga travesía opositora es la desmovilización de la tropa. Aún así, el proceso de primarias debería servir de revulsivo para que la gran distancia que separa al PP del PSOE en cuanto al número de afiliados no suponga una dificultad añadida para conseguir su objetivo electoral. Las declaraciones de Zapatero, forzadas o no, admitiendo que «no siempre se puede tener razón y que «Tomás Gómez es el mejor candidato» son una lección de humildad y fair play, que contribuirán sin duda a la necesaria pacificación del PSM. En esa misma línea cabría interpretar el anuncio de Trinidad Jiménez de que Gómez contará con el apoyo de «todas aquellas personas» que la han apoyado en su candidatura a las elecciones primarias. Dicho de otra forma, «Roma locuta, causa finita» (cuando Roma ha hablado la causa está terminada) zanjaba también el asunto Rafael Simancas citando a San Agustín.
Muy agudo y muy lucido. felicidades.
Manolo Poy
Que buen análisis Felipe. Eres un crack. Totalmente acertado.