
¿CONDENAS EL ATAQUE terrorista de Hamás contra Israel? Por supuesto. De forma rotunda e inequívoca y sin ningún género de dudas. Condeno el terrorismo y la violencia indiscriminada contra la población civil, sin ninguna culpa de lo que está sucediendo. Desde este humilde blog, vaya mi condena sin matices tras la matanza cometida por Hamás en Israel, que nada tiene que ver con el pueblo y la causa palestina: los asesinatos a sangre fría, con familias enteras masacradas, bebés incluidos, los secuestros y las violaciones. El terror, en definitiva, que ha desembocado en esta guerra abierta.
¿Pero Israel tiene derecho a defenderse? Naturalmente que sí. Está en su derecho de defenderse a sí mismo y a sus ciudadanos ante la brutalidad llevada a cabo por Hamás y su traicionera agresión. Otra cosa es la proporcionalidad de la respuesta ante esta barbarie inédita, incluso ante ataques tan atroces. Fundamentalmente porque el uso de la fuerza no resolverá este conflicto y solo servirá, de nuevo, para provocar más sufrimiento, como siempre, a los más vulnerables. En ningún caso, el legítimo derecho a defenderse debería entenderse como un valor absoluto que pueda derivar en una licencia para matar indiscriminadamente.
¿Conflicto o guerra? Que cada uno saque sus propias conclusiones. Entre 2008 y 2020 murieron 5.590 palestinos y 251 israelíes, según Amnistía Internacional. 6.407 palestinos frente a 308 israelíes desde ese mismo año, con datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), dependiente de la ONU. Por no citar los asesinatos extrajudiciales, torturas y otras graves vulneraciones de los derechos humanos sufridas por los palestinos. Con independencia del término utilizado, el hecho cierto es que hay una gran desproporción en la cifra de fallecidos, en su mayoría civiles. Lo que también parece evidente es que no estamos ante un simple conflicto entre dos adversarios de igual poder y capacidad. Conflicto o guerra, el caso es que tanto los medios de comunicación como la comunidad internacional harían bien en asumir, en algún momento, su responsabilidad moral reconociendo esta desigualdad como primer paso para actuar en consecuencia y sentar las bases de una eventual solución.
Entonces, por aclararnos, ¿tú a favor de quién estás? A favor de las víctimas de la población civil. Con las víctimas siempre. Son personas, como tú y como yo, con independencia de dónde hayan nacido, cuales sean sus creencias y quiénes sean sus dirigentes. No hay, o no debería haber, víctimas buenas o malas. Víctimas de primera o de segunda. El color de su sangre es el mismo, como igual es el dolor y el desconsuelo de sus familias. Las fuerzas de seguridad israelíes y los grupos armados palestinos deberían empeñarse en proteger la vida de la población civil por encima de todo. Muchas de las víctimas son niños. Ninguno de ellos pertenecía a Hamás.
Entiendo que estás hablando de crímenes de guerra. Por supuesto que lo son. “Atacar deliberadamente a civiles, llevar a cabo ataques desproporcionados y ataques indiscriminados que causan la muerte o hieren a civiles, la toma de rehenes o los castigos colectivos a la población son crímenes de guerra”, tal y como sostiene Amnistía Internacional. “Las fuerzas de seguridad de Israel han cometido crímenes de guerra con impunidad en anteriores operaciones militares contra la franja de Gaza. Los grupos armados palestinos de Gaza deben abstenerse de atacar a civiles y utilizar armas de efectos indiscriminados, como han hecho en el pasado y con mayor intensidad en este caso, actos que también equivalen a crímenes de guerra”, añade Amnistía Internacional.
Ya, pero… ¿se puede estar en contra de Hamás y de la ocupación de Palestina? Sí. Es completamente compatible estar en contra del terrorismo de Hamás y, al mismo tiempo, levantar la voz para denunciar la ilegal ocupación de Palestina. Resulta más cómodo y fácil ponerse de un lado justificando todas y cada una de sus acciones, cuando ambas partes han cometido acciones que avergüenzan a la humanidad. No es el momento de decir quién empezó primero, quién tiene razón o deja de tenerla, o en qué momento ponemos a cero el contador de las atrocidades, porque eso nos llevaría a un debate estéril.
O sea, el buenismo de siempre. Cada uno que lo llame como quiera. La paz tiene que ser justa y duradera y ha de construirse sobre la base del derecho internacional poniendo fin a la ocupación para que el pueblo palestino pueda vivir con dignidad. La ONU, a través de sus resoluciones, siempre ha defendido la coexistencia en ese territorio de un Estado de Israel y de un Estado árabe, posibilidades negadas por los radicales de uno y otro lado. Lo más esperanzador, acaso lo único en esta situación, es que tanto en Israel como Palestina hay quienes también apuestan por la existencia de dos estados.
No sé de qué resoluciones hablas. La ONU estipula que “dos Estados, Israel y Palestina, vivan uno junto al otro dentro de fronteras seguras y reconocidas”. Esta es la única solución que permitiría el fin de las privaciones de derechos que sufren los palestinos.
Pero Israel no acepta un estado palestino. Cierto. Ni admite tampoco que los palestinos sean ciudadanos del Estado que, con mano de hierro, gestiona Israel. Los palestinos no se pueden mover libremente por el país, permanece confinados en gran parte de su territorio, y no pueden votar ni decidir sobre los asuntos que les afectan. Cientos de miles de ellos fueron desplazados de sus tierras y hogares. Las condiciones de vida allí son infrahumanas.
Has olvidado decir que en Israel hay un gobierno democrático. Es cierto, la única democracia de Oriente Próximo desde su creación en 1948, como les gusta recordar, en abierto contraste con los regímenes autoritarios que son mayoría en la región. Ahora bien, la discriminación que sufren los palestinos poco tiene que ver con los valores democráticos. La celebración de elecciones libres de forma periódica, la libertad de prensa y los derechos y libertades civiles de la sociedad israelí, contrastan precisamente con el ‘apartheid’ al que su gobierno somete a Gaza y Cisjordania desde su ocupación en 1967, contraria al derecho internacional. Y no habrá una democracia plena en Israel hasta que se pueda proceder a la reconfiguración del país junto a la creación del Estado palestino largamente esperado.
¿Una democracia plena, en serio? Democracia en Israel decíamos, sí, pero menos. El país está en manos de Benjamín Netanyahu, líder del partido conservador Likud, que consiguió formar un Gobierno de coalición con tres partidos de extrema derecha y dos ultraortodoxos. En este gabinete, las declaraciones ultranacionalistas, racistas y homófobas están a la orden del día. La guerra, por cierto, ha estallado en medio del conflicto interno que mantiene dividido a Israel desde hace meses debido al “golpe jurídico que la extrema derecha ha emprendido para eliminar la independencia del poder judicial”. Miles de reservistas se habían negado a incorporarse a sus puestos bajo las órdenes de un Gobierno cuyo objetivo ha sido “liquidar la democracia”.
Tampoco has dicho nada de la equidistancia de la izquierda. Cada uno es dueño de sus palabras y también de sus silencios. No concibo que pueda haber nadie, llámese de izquierdas o como se quiera denominar, que esté mas cerca de Hamás que de las victimas. Mantener que algunas fuerzas progresistas están apoyando el terrorismo de la milicia islamista, o que son simpatizantes y cómplices del terror, porque no hayan manifestado exactamente lo que algún partido considere que hay que decir en este momento, es un cruzar una línea roja que nunca se debería haber traspasado. Nadie en su sano juicio puede apoyar a Hamás, y nadie lo ha hecho, hasta donde hemos podido comprobar estos días. Otra cosa, repito, es que no hayamos escuchado exactamente lo que alguien quiere que se diga, con las mismas palabras. No veo ni equidistancia ni ambivalencia en las organizaciones de la izquierda, por más que desde la derecha algunos se empeñen en utilizar esos términos, más allá de lo que alguien haya podido decir en algún momento. En todo caso, la interesada utilización partidista de este asunto tan solo contribuye a echar gasolina e incendiar un debate fuera de control. Los excesos verbales en nada contribuyen a ninguna causa. Allá cada uno con su forma de entender la política. ¡Qué fácil es repartir de carnés de ética cuando nunca se ha condenado ninguna matanza cometida en Gaza!
¿Y cómo se para esta escalada? De momento, lo más urgente es crear un corredor humanitario para hacer llegar ayuda humanitaria a Gaza, respetar las instalaciones médicas, como pide Médicos Sin Fronteras, y, naturalmente, acabar con la guerra para evitar a toda costa que la población civil siga muriendo. Y a medio plazo, poner fin al asedio total de la Franja con garantías de seguridad para Israel. Tan obvio como simple, ya lo sé, pero otra salida tampoco hay. Y junto a todo esto, la implicación efectiva de la comunidad internacional para terminar de una vez con un conflicto tan enquistado que, además de ocasionar un enorme drama humano, supone un foco de inestabilidad para el mundo entero. Para que Hamás desaparezca, Palestina debería tener alguna esperanza. Con la violencia, los palestinos nunca conseguirán la libertad, pero poco les importará lo que les pase mientras continúen sin tener nada que perder.
¿No hay nada que hacer, pues? No todo está perdido, o eso nos gustaría creer. “Si en algún momento hay líderes con visión, lo que ha ocurrido ahora en Gaza y sus alrededores no tendría por qué ser un obstáculo para un acuerdo futuro. Entre Alemania y Francia ha habido mucha más sangre a lo largo de la historia que entre israelíes y palestinos. Pero nos sobran propagandistas como Netanyahu, y asesinos como los de la cúpula militar de Hamás. Con ellos difícilmente podemos pensar en una visión de futuro. Nos faltan líderes”, señala en declaraciones a El País Shlomo Ben Ami, primer embajador de Israel en España y exministro laborista de Asuntos Exteriores.