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Intolerable. Indignante. Imperdonable. Vergonzoso. Estoy seguro de que los taxistas de Madrid no han hecho muchos amigos en las últimas horas. Vaya por delante que nunca conviene generalizar, aunque el hecho cierto es que la actitud chulesca y radical de unos cuantos ha terminado salpicando a todo el sector. Secuestrar Madrid, como hicieron ayer, actuar con esa impunidad y cargar su ira contra los sufridos clientes les ha hecho perder la razón que creían tener.

Los destrozos y zarandeos ejercidos por algunos es impropio de un sector muy necesitado de profundas reformas, por más que Esperanza Aguirre se empeñe en decir que el taxi es un gran servicio público y que los taxistas madrileños dan una imagen positiva. La presidenta madrileña, por cierto, que con tanto ahínco defiende el liberalismo económico, ha perdido una buena ocasión de apoyar la liberalización del servicio de Transporte de Viajeros aprobado en la llamada Ley Ómnibus que tanto disgusta a los taxistas.

Lo dicho: Intolerable. Indignante. Imperdonable. Vergonzoso.

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