Pablo Neruda fue durante una época de mi vida, ya lejana, un poeta importante. Qué digo importante, imprescindible. Ahora lo tengo olvidado y es una lástima porque no hay nada como volver a los clásicos. Viene todo esto a cuento de que acabo de ver en el Instituto Cervantes la muestra de 400 caracolas, de una colección de 9.000, que el poeta chileno reunió durante 20 años.
Sonidos de mar y de poesía son el eco que acompaña esta inusual exposición que nunca antes se había mostrado al público.»Necesito del mar porque me enseña: no sé si aprendo música o conciencia», cantaba el poeta, cuya afición por las conchas llegó por casualidad tras el regalo de un amigo.
Caracolas, organizadas geográficamente, desde el Océano Pacífico hasta el extremo sur del Atlántico. Caracolas de todos los colores y formas. Nacaradas, grandes, pequeñas, pintadas, esculpidas naturalmente, retorcidas… Caracolas y poesía. Amor al mar. Hasta el 24 de enero en el Instituto Cervantes (c/ Alcalá, 49). Gratis.