Blanco. Gana menos, pero gana. Primero porque no pierde, perdón por la perogrullada, que no es poco en las actuales circunstancias. Se queda con Vivienda y en el partido pierde de vista a Leire Pajín con la que chocaba bastante. Fue el que más apoyó a Jiménez y tampoco parece que le hayan pasado factura.
Trinidad Jiménez. Zapatero premia su lealtad personal tras haberla obligado a comerse, sin rechistar, el marrón de las primarias. Claro que alguien puede pensar que si el presidente del Gobierno quería recompensarla podría haberlo hecho de otras mil maneras. No sólo no estaba muerta la futura ministra de Exteriores sino que, como sus valedores en el avispero madrileño, ha salido más que airosa de aquel cataclismo.
Dicho de otra forma, no deberían estar tan muertos cuando Zapatero se ha vuelto a fijar en ellos para pilotar el esfuerzo final antes de darlo todo por perdido. El mensaje del secretario general del PSOE, a su partido, a sus votantes y al conjunto de la sociedad ha sido, más que nítido, cristalino: mientras hay vida hay esperanza y, por lo tanto, no se resigna a morir antes de tiempo dando por hecho que las elecciones generales no están perdidas, como vaticina todo el mundo. La política es el arte de saber reinventarse. Pobre Mariano Rajoy que ya no podrá seguir metido en la cama hasta 2012. Uff, qué pereza, pensará el de Pontevedra, tener que arremangarse de nuevo para enterrar al ex moribundo Zapatero.
Brillante.