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Con frecuencia, con demasiada frecuencia, éste es el desolador panorama que me encuentro cuando religiosamente acudo a reciclar. Papeles y cartones, vidrios y envases rebosan ampliamente los iglúes, cuyo entorno maloliente (por cortesía omitiré los detalles) en muy poco ayudan y animan al necesario reciclado de residuos. Cuando el Ayuntamiento de Madrid me lo pone tan difícil me acuerdo de Gallardón y de su tasa de basuras y entonces me digo: ¡toma basurazo!

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