
En los últimos meses el gobierno de Aguirre ha amagado con abordar el asunto, si bien la tramitación de la Ley corre ahora el riesgo de eternizarse. Y el motivo no es otro, una vez más, que Gallardón y Aguirre no se acaban de poner de acuerdo. Nada nuevo bajo el sol, si no fuera porque en la Cañada se está viviendo un drama humano que avergonzaría a cualquier país medianamente sensible.
A ver si nos entendemos. Aquí de lo que estamos hablando es de cientos de niños que malviven con sus familias entre ratas y basura y que carecen de servicios tan básicos como el agua o la luz. Y digo yo, ¿lo de la Cañada le importa de verdad a alguien?
Si son incapaces de ver el pasadizo que hay a la salida del Metro de Banco de España, donde cada amanecer convive el hedor a orines y a miseria con decenas de personas entre cartones, colchones viejos, bolsas y papeles con función de sábana… Si son incapaces de ver esto que está escasos metros del Ayuntamiento, del Banco de España, del Ritz…, cómo van a ver lo de la Cañada Real.
No es un problema de ceguera. Creo que cualquiera puede ver el problema/los problemas de la Cañada Real. Es un problema de voluntad, mejor dicho, de ausencia de voluntad por parte de algunas administraciones que no son capaces de llegar a ningún acuerdo. Dicho ésto, añado que los ciudadanos también tenemos que hacer autocrítica porque llevamos 30 años sabiendo que los padres de estos niños que ahora conviven con ratas, en su infancia también las tuvieron de compañeras de juegos. Un dato que probablemente conozcais: la mayor parte de las asistencias médicas a menores en la Cañada Real(no recuerdo el porcentaje exacto) son por mordedura de este roedor. Pero mejor hablamos de toros…