
HAY TANTAS FORMAS de entender la Navidad como, posiblemente, personas hay en el mundo, más allá de los inevitables arquetipos. Trataré de no ponerme melodramático, pero tampoco podemos obviar el hecho de que en España hay ocho millones de personas en situación de exclusión social, según los datos de Cáritas. Por no mencionar también a aquellos otros que, por diferentes motivos, no tienen ningún motivo para cenar, cantar o ser feliz.
La sobredosis de buen rollo colectivo y amor por doquier de estos días no les alcanzará a muchos de ellos. Apenas unas migajas, en el mejor de los casos. Tampoco los mensajes de felicitación de quien nada tiene que celebrar en unas fiestas, cuyo innegable origen religioso, ha derivado en el culto generalizado al Dios consumo, cual prolongación del Black Friday, anticipo de las rebajas de enero.
Es muy posible, además, que la Navidad también sea un regreso a la infancia y solo por ese viaje ya merecería la pena el esfuerzo de dejarse llevar para retroceder en el tiempo varias décadas. Ver estas fechas con los ojos de un niño acaso sea la única manera de que a los escépticos navideños, tan fuera de juego entre tantas bombillitas, no nos duela este carrusel de emociones tan contradictorias y dispares.
De los mensajes de este año me que quedo con el más alegórico de todos. El de Florence Widdicombe, la niña londinense de seis años que en el interior de una postal navideña, adquirida en la cadena británica de supermercados Tesco, encontró la nota escrita a mano, en inglés y en letra mayúscula, por un preso extranjero en una cárcel de China. Un esclavo de nuestros días que pedía ayuda porque estaba siendo empleado a la fuerza para empaquetar las tarjetas que una empresa comercializaba con fines benéficos para tres ONG.
La inocente imagen del gato con un gorro de Papá Noel, con la que posa Florence, cuyo interior esconde el mensaje de socorro de este moderno esclavo, es la mejor alegoría de los tiempos que corren. Explotación laboral, mano de obra forzada, abusos y bienes baratos y abundantes con el fin de colmar las exigencias consumistas de nuestro feliz “primer” mundo para mayor gloria de Amazon.
Sea como fuere, feliz Navidad, felices fiestas, feliz todo a todos.