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TOMO PRESTADA ESTA frase de un colega, porque no encuentro ninguna mejor que defina lo que nos está pasando con el coronavirus. De pronto, como si estuviéramos envueltos en una moderna plaga bíblica, hemos pasado de la fase de contención a la de mitigación, hasta el punto de que la mejor medida de protección es quedarnos en casa, sobre todo sin estamos enfermos, evitando así los focos de contagio y reduciendo también el riesgo de los demás.

Cómo debe ser lo que nos aguarda para que la Comunidad de Madrid haya lanzado una campaña a través de las redes sociales con el hashtag #quedateencasa recomendando a la población el confinamiento para evitar el contagio. En el vídeo, elaborado por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, varios profesionales sanitarios de la región casi nos suplican que nos sumemos a «este reto».

Algunos opinan que, dado el ritmo exponencial de la epidemia, deberíamos habernos mirado en el espejo de Italia para evitar la situación actual y la que, irremediablemente, nos aguarda. Como decíamos ayer, tiempo habrá de que este tipo de cuestiones se puedan dilucidar. Lo que toca ahora es apretar los dientes y apechugar con lo que los expertos nos digan que hay que hacer, aunque sea a los políticos a quienes corresponde comunicarlo. A nadie le gusta ser portador de malas noticias, pero nunca es tarde para encauzar una situación por muy cuesta arriba, y esta es la peor crisis sanitaria que hemos tenido nunca en la Comunidad de Madrid.

Pero volvamos al título de esta entrada. Madrid no es Madrid, y no lo es por culpa del puto bicho, que nos está dejando una ciudad mustia e irreconocible. Sin el alma, sin el pulso vital de sus calles, bares y terrazas, de su pujante vida cultural, de su alegría de vivir, acoger y compartir. Pero esto también pasará, aunque ahora, por razones obvias, debamos verla y sufrirla desde las ventanas de nuestros hogares. Ya tendremos tiempo de desquitarnos. Es el momento ahora del coraje cívico, de la responsabilidad, de la disciplina y también de la solidaridad. Las pequeñas acciones individuales pueden más que cualquier institución.

Los periodistas, en general, no tenemos otra opción que seguir al frente del cañón informativo, pero si tú puedes, no lo dudes: #QuédateEnCasa.

 

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